El esfuerzo de las familias campesinas es clave en la configuración actual de nuestro pasaje.
Hace unos días, el arqueólogo asturiano David González Álvarez (Salas, 1984) presentó en el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid su tesis doctoral Poblamiento y Antropización del Occidente de la Cordillera Cantábrica durante la Prehistoria reciente: una aproximación desde la Arqueología del Paisaje, que mereció por parte del tribunal evaluador la máxima calificación, con sobresaliente cum laude por unanimidad.

La tesis pone de relieve el profundo componente cultural de nuestro ‘Paraíso natural’, ya que buena parte de los rasgos que caracterizan los paisajes rurales de nuestro territorio son consecuencia directa o indirecta de las actividades humanas. El trabajo centra su atención en el sector asturleonés de la Cordillera Cantábrica a lo largo de la Prehistoria reciente, entre la extensión de la agricultura y la ganadería durante el Neolítico y la conquista romana, hace 2.000 años.
Al analizar las relaciones que establecían las comunidades humanas que poblaron este territorio, el arqueólogo sálense señala la relevancia de la extensión de la agricultura y la ganadería hace unos 6.000 años. Estas actividades determinarían la configuración de los paisajes de montaña en Asturias y el Norte de León, iniciándose procesos deforestadores para generar espacios agrarios y pastizales.
Otro cambio de hondo calado en la formación de los paisajes culturales vendría dado por la sedentarización plena de las comunidades humanas hace unos 2.800 años. Es entonces cuando se establecieron los primeros castros que darían origen a un paisaje agrario en mosaico.
El trabajo campesino, motor en la configuración del paisaje
El arqueólogo considera que el conocer todas estas informaciones es también «un recurso necesario para repensar nuestro presente e imaginar un futuro diferente». En este sentido, una de las principales conclusiones de la tesis doctoral señala la importancia del trabajo campesino en la conformación de los paisajes rurales de nuestras montañas cantábricas. «Han sido los paisanos y las paisanas, a lo largo de generaciones, y ya desde el Neolítico o la Edad del Bronce, los principales vectores en la modelación del aspecto y las características de los paisajes rurales campesinos, que en la actualidad son inseparables de la identidad asturiana». Esta consideración lleva al autor de la investigación a reclamar que las comunidades locales en el medio rural sean tomadas en consideración en el diseño de las políticas territoriales que mediarán en el futuro del mundo rural asturiano.
Vigaña como laboratorio y soporte de la investigación
Si bien el área general de estudio en la tesis abarca un área extensa de la Cordillera Cantábrica, la investigación se ha fundamentado en buena medida en el trabajo arqueológico desarrollado en torno a la aldea de Vigaña, en el concejo de Belmonte de Miranda. En esta localidad del valle del río Pigüeña, la profesora Fernández Mier y el propio David González Álvarez han realizado prometedores estudios de asentamientos neolíticos como Las Corvas, así como del poblado castreño de El Castru de Vigaña. Estos yacimientos constituyen el núcleo analítico sobre el que se ha fundamentado la tesis doctoral. Pese al notable interés de los resultados obtenidos hasta la fecha, y a la clara potencialidad de proseguir la actividad investigadora, la continuidad de este proyecto investigador se ve en estos momentos amenazada ante la falta de apoyos económicos por parte de las instituciones.