Los trabajos cuentan con un presupuesto de 107.000 euros
El Ayuntamiento de Vegadeo ha sacado a contratación las obras para recuperar y poner en valor el caleiro ‘La Sorpresa’. Los trabajos cuentan con un presupuesto de 107.000 euros y la empresa adjudicataria contará con un plazo de dos meses para su ejecución. Los interesados pueden presentar sus ofertas hasta el 10 de noviembre.
La intervención se realizará sobre la parcela en la que se ubican dos naves de uso industrial y una antigua edificación fuera de uso, que en su día estuvo dedicada a horno de cal. Se plantea la recuperación y puesta en valor del horno de cal, liberándolo de las naves, eliminando la vegetación y acondicionando el entorno.
Además de la limpieza de la vegetación tanto en el exterior como en el interior del horno, se repararán aquellas partes que sean susceptibles de un deterioro próximo, utilizando la misma piedra de cuarcita usada en su construcción, pero no está previsto realizar reconstrucción, salvo que se encuentren patologías graves o que supongan riesgo para la estabilidad estructural del conjunto.
Una vez concluidos estos trabajos, la actuación contempla la urbanización de la parcela para la puesta en valor del entorno. La intención es realizar una zona de aparcamiento y articular el eje central de tránsito y visita con una superficie de césped sobre celosía, añadiendo mobiliario urbano al conjunto.
La historia
El caleiro La Sorpresa está situado a la entrada de Vegadeo por la N-640. Fue construido a finales del siglo XIX en la desembocadura del río Suarón, inmediata a unos muelles y vinculada a la ría del Eo, pues ese emplazamiento facilitaba la exportación de la cal, comercializada para diferentes usos a lo largo del Cantábrico.
Este caleiro es de tipología industrial, de marcha continua, alimentado con carbón de cok. Fue el horno más importante, por producción y funcionamiento a lo largo del tiempo, de los caleiros industriales vinculados de las calizas de la cuenca del Eo que vinieron a sustituir a los caleiros tradicionales, situados en la orilla de la ría, alimentados con rozo, que ya habían dejado de competir con los hornos industriales instalados en el centro de Asturias a mediados del siglo XIX.